21.4.06

La Prueba de la Blancura





The Strokes-Meet Me In The Bathroom

Es probable que sea infértil. Mi extrañeza testicular sería la causa, ayudado por mi gusto a fumar marihuana. No sé si ciertamente la produce o es solo otro mito para ayudar a la descalificación social. Aun es probable que el humo haya estancado la sequedad de la tierra seca y quebradiza que soy ahora. Por el verde lo digo.

Llegué al hospital, acompañado de un viejo bolso negro, casi tan infértil como su dueño. Dentro de él, un libro de Calvino que no terminaré de leer, algunos cds y la orden médica para el examen. Mi antagonista en potencia de música envasada, lo llevaba en el bolsillo de mi pantalón conectado directamente a mi cerebro.

Llegué sin saber dónde ir, con quién hablar ni qué hacer. En realidad, sabía perfectamente qué hacer, pero no dónde. De lo único que estaba seguro, es que no iba a hacer lo que tenía que hacer, a la vista y paciencia de todos por muy pacientes que fuesen.

Mis preguntas fueron algo engorrosas y a más de alguna respuesta le pedí un bis, mientras recordaba si había visto en mi vida alguna enfermera de largas piernas con ligas blancas, cabellera rubia, ojos azules, serpenteante cuerpo atrapado en un delantal algo, muy apretado. pero no es más que el prototipo americano.

Le pagué bastante a cual puta para que aceptara llevarse mi semen en un frasquito, con las indicaciones en inglés. Sentí a Sam riéndose de mi icónica vida.

‘Me llena acá, esto también y firma allá abajo’, creo que dijo porque en ese momento sonaba The Strokes fuertemente desde mis pantalones ya algo ansiosos de terminar con el jueguito.

Mientras subía las escaleras en dirección a la recepción donde me prestarían las llaves de algún cuarto en el cual me encerraría a follarme mi imaginación, pensaba en el tipo de incentivo que dispondría el recinto. Pero las llaves eran para un baño. Un blanco baño de hospital muy excitante.

‘No me puede ofrecer algún tipo de ayuda’ le dije a la enfermera en el mesón de las llaves -que distaba bastante del icono sexista que habría ayudado en ese momento- donde un ansioso padre en potencia llenaba la ficha de un frasquito igual al que estaba dentro de mi bolso negro.
-Si quieres, esperas un rato, mientras él ocupa el baño- dijo apuntando al otro infértil mientras lo veía alejarse por el pasillo.


‘Me la presta’ dije sin dejar de buscar algo más imaginativo que la revista que estaba pidiendo. Ya sentado en un pasillo donde sólo caminaban enfermeras, buscaba dentro de las fotos sociales de la edición mensual alguna imperante ayuda sin poder apartar mi mente de la pícara sonrisa de la algo anciana mujer al momento de alzarme la inservible revista.

En el momento que dudaba de la persistencia del otro, apareció lentamente desde el umbral de la puerta, mirándome cómplice de un acto altruista, como talismán de entrañas hambrientas de sexo y evangelizador hedonista y carnal de una religión a la cuál yo me uniría.
‘Las llaves’ pregunté; ‘la revista’ contestó.

Hecho ya el trueque, pude pensar muy tranquilamente en los pantalones de una enfermera, la única joven que usaba lentes, aquella que caminó lentamente por el gélido pasillo relleno de lactoso eco cuando torpemente yo la buscaba en la revista.

2 Comments:

Blogger José Ignacio Díaz said...

Éste cuento lo leí en el mítico carmo, no sé si te acuerdas cuando me lo pasaste. Lo encontré bueno, pero por sobre todo ingenioso. Aproveche el lápiz (o en su defecto las teclas) no lo dejes solo(as)...

24/4/06 11:18 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

SoRPrEsA!!!

Encontrarme con ese ingenio dinámico en aquellas letras. Exquisitamente craneado, claridad que se agradece, e interesantes apreciaciones.

26/4/06 11:59 a. m.  

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